2/6/14

"La memoria. Otra historia del paraíso": breve crónica de una proyección

"Todo lo que nos robaron": breve crónica de una proyección

CRÓNICAS / POR HANS SCHULZ

"Todo lo que nos robaron": breve crónica de una proyección

El cronista Hans Schulz viajó a El Bolsón a participar de la presentación del documental "La memoria. Otra historia del paraíso" y comparte con los lectores de B2000 la experiencia del encuentro.

“Todo lo que nos robaron”. Breve crónica de una proyección.

Por Hans Schulz / Crónicas.

I

Era el viernes 30 de mayo 2014. Desde Bariloche me encaminé hacía El Bolsón en un día muy especial. En el auditorio del Instituto de Formación Docente Continua se iba a estrenar el documental “La Memoria. Otra historia del paraíso”, una investigación sobre la desaparición de Julio César Schwartz en el año 1978 en esa misma localidad. Iban a estar presentes Adriana y Germán, sus dos hijos, y la esposa, Ana.

Como rezaba la gacetilla de prensa, la dirección, producción, montaje y cámara estuvo a cargo de Gustavo Marangoni, la investigación a cargo de Walter Augello, periodista de Radio Nacional El Bolsón. Por otro lado el  sonido y grabación de la música estuvo a cargo de Daniel Schor y la música fue compuesta por Daniel Lugones e interpretada por Mariel Valy y el mismo Daniel Lugones. Los comunicados de difusión también aclaraban “que muchos puestos de asistencia fueron cubiertos por estudiantes de la Licenciatura en Diseño Artístico Audiovisual de la UNRN, quienes cobraron (es cierto que módicamente) por su trabajo. Algunos docentes fueron cabeza de equipo en diferentes áreas: Horacio Dolcini, Alejandro Amoroso, Walter Augello y Gustavo Marangoni”. También mencionaban que para contactarse con los realizadores se puede se puede acceder al FaceBook en: La-Memoria-otra-historia-del-Paraíso. (1)

II

Llegué temprano al Bolsón y estaba lloviendo. Compré unas revistas y unos diarios del día y me senté a tomar un café en Ricardos, un clásico de El Bolsón. Jazz de los cuarenta sonaba en los parlantes y a medida que caía la tarde la confitería se fue llenando de parroquianos que por sus actitudes no dejaban dudas de que eran asiduos. Comencé a leer los diarios. Alguien prendió el televisor. A mí alrededor y sobre cada mesa sólo se veía el pálido y silencioso resplandor de las pantallas. Un signo de los nuevos tiempos.

Yo sigo con el hábito de hojear y leer los diarios de papel: me gusta explayarlos sobre la mesa, mirar las fotos con atención y estudiar los diagramas. Algunos titulares rezaban: “El ejército brasilero protegerá a los equipos del Mundial”; “Europa después del “terremoto” electoral”; “Sólido aporte del científico Diego Hurtado sobre la Argentina nuclear”; “Polémica por el traslado de un cuadro de Berni de Bariloche”; “Música de la tierra sin mal”; “La cosecha argentina de soja endulza al gobierno”; “Goole y Yahoo insisten en que no pueden realizar controles previos”; “Doce nuevas condenas contra represores”; “La puesta en servicio de la Central Nuclear Atucha II; “17 Horas, El acuerdo desde dentro: la intimidad de las largas diecisiete horas de negociación con el Club Paris”;  Podríamos seguir con la enumeración para que en algunos años más un investigador pueda situar mejor el contexto histórico de la proyección. En eso los diarios de la época son irremplazables.

Debo aclarar que el viernes a La Nación la compro por el suplemento cultural ADN Cultura. Hojee la nota central sobre Abelardo Castillo y me llamó la atención un recuadro: “Anticipo. Una denuncia en tiempos oscuros”. Se trataba de un fragmento de sus diarios próximos a publicarse fechado en 1979 y que narra la visita de la policía a su departamento en Buenos Aires. El omnipresente fantasma de la dictadura. Oportuno para esta tarde gris, pensé para mis adentros. Pagué y me fui a buscar el Instituto de Formación Docente.

III

No me costó encontrarlo, en el pueblo pareciera que todos lo conocen. Era temprano y poco a poco la gente fue llegando. La entrada era un bono contribución opcional de 35 pesos y por 100 pesos se podía comprar el documental que venía provisto de dos DVD, la película y un segundo DVD de extras. Con la película en mano me senté en la sala. Media hora después estaba llena. ¿300 personas? Tal vez. Todo un número para El Bolsón.

Al comenzar la proyección se hizo silencio y poco a poco se fueron desplegando los tres ejes sobre los cuales se cuenta la historia en modo alternado: la narración documental clásica con material de archivo, entrevistas con los familiares y reportajes, las escenas de ficción en las cuales la actriz Natalia Manuel representa a la Memoria y finalmente una charla en formato periodístico televisivo en donde realizadores y familia comentan la película.

El comienzo del documental sitúa la trama: “Escapando de la represión Julio César Schwartz fue a vivir a Bolsón en el año 1977. En 1978 un grupo de tareas venido de Buenos Aires lo secuestró. Julio sigue desaparecido. Una parte de El Bolsón lo supo. Otra parte lo olvidó.”  A partir de esas palabras y la escena en que la Memoria en forma de mujer se enfrenta con los secuestradores que la amenazan diciéndole: “¡olvídate de lo que viste y desaparecé! ¿Querés venir vos también?” la proyección del documental transcurrió en espectral silencio.

Ninguna ardua y dolorosa reconstrucción de la trama de las vidas violentamente robadas en las penumbras de la dictadura es igual a otra. A todas las atraviesa la desconfianza, el miedo y el desasosiego frente a una sociedad indiferente y atravesada por el silencio y las heridas siempre abiertas de las pujas políticas todavía vigentes. Así se leen los diálogos, las entrevistas, las confesiones de los hijos de Julio Schwartz, Germán y Adriana, y así se leen los de Ana, su mujer.

Valiente derrotero él que esta familia recorrió para deshacer la operación que el olvido, la indiferencia y el miedo tejieron a lo largo de décadas en nuestra sociedad. Valiente y fundamental el testimonio de Ana que declara abiertamente que en ella la dictadura logró su cometido: sembrar el miedo. Y yo me pregunto, de uno u otro modo, ¿No lo sembró también en todos nosotros? 

IV

“Ver en otros lo que no pudo ser en nosotros, nos robaron un hermoso jardín” dice la letra de la canción que se escucha al finalizar el documental y uno no puede dejar de recordar la emotiva visita que Germán, Adriana y Ana hacen a la casa familiar de aquellos años en los que la familia intentaba escapar del Terrorismo de Estado en un lugar muy cercano al edén. “Ustedes habrán visto la filmación cuando estoy caminando por la casita de Villa Turismo, la mochila que tengo”, comentó Ana en el debate posterior. “Y es por todo esto que sufrimos. Y ya que están acá y vieron la película traten de que no vuelva a pasar nunca más. No permitan, nadie lo tiene que permitir, que sigan haciendo o que vuelvan a hacer las cosas que hicieron.”

III

Una vez finalizada la proyección y el debate posterior con los familiares todos los presentes tomamos conciencia de que esa noche habíamos sido testigos de un irremediable punto de inflexión en la historia de El Bolsón. Un punto de inflexión que  deja atrás  años de silencio e indiferencia y abre una nueva etapa de necesaria reflexión política y social. Al igual que en Bariloche con el caso de Juan Herman, a través de la documentación presentada esta noche como culminación del valiente derrotero de la familia de Julio César Schwartz, nadie en El Bolsón podrá negar en el futuro que el miedo, la indiferencia y el largo y brutal brazo del Terrorismo de Estado de la última dictadura también estuviera presente en este lado del paraíso.

Para más información: https://www.facebook.com/pages/La-Memoria-otra-historia-del-Para%C3%ADso/1407212059542346?fref=ts

BARILOCHE 2000