30/4/15

EDITORIAL: MI VOTO, MI SALVOCONDUCTO

EDITORIAL

MI VOTO, MI SALVOCONDUCTO

La política tiene su lado oscuro y amargo para aquellos que no hemos participado activamente o militado en algún partido.

Y en épocas de elecciones saltan a la luz esos fantasmas, para volver a espantar a los advenedizos a la participación activa que inocentemente sienten el anhelo de poder aportar de si, porque recrudecen las debilidades de los políticos (desde los candidatos a presidente, hasta el que pega cartelitos en la calle), los fundamentalistas, los prepotentes, los que pregonan que la gente debe participar en política y cuando lo hacen, si no están en sus filas los defenestran.

Salen de sus sarcófagos los que estuvieron ocultos del activismo para reclamar lugares; los que tienen la nómina de los roperos ajenos con el inventario de los cadáveres escondidos de los demás. Los que nunca le reclamaron nada a nadie, pero ahora, por el Facebook se levantan como los fiscales del pueblo.

Los impresentables de siempre, los ninguneados de toda la vida pero que, en época de elecciones vuelven a ser atractivos, por el maquillaje infalible del que acarrea votos.

Por suerte, hay muchos que no dimiten, que tienen endurecida la piel a los dardos encendidos del oponente, que han desarrollado anticuerpos contra la ponzoña del adversario, que han fortalecido los músculos para llevar adelante la carga de sus ideales, más el peso de los salvavidas de plomo en sus cuellos y los perros garroneros prendidos a sus talones. Por suerte, han podido cerrar sus oídos a las palabras insidiosas, su mirada a las piedras del camino, pero con su vista fija en las metas.

Por eso valoro a los que aún así, siguen luchando por creer que son probos para la tarea de conducir los destinos del pueblo. Los que no se empalagan con palabras que detonan los rulos de un redoblante, ni el batir de muchos bombos, los que, aún sabiendo decir lo que quieren oír los ciudadanos, manifiestan primero cómo lo va a hacer.

Algunos pretenden consolarme diciendo que todo es parte del ritual de la política, que hay que aceptar las traiciones, las agachadas, las desvalorizaciones, las chicanas... como parte inevitable de estos tiempos.

Por eso salgo a la calle con la cruz de la decencia para alejar los vampiros de energía, con el libro de mi historia personal que no admite exegetas, y mi salvoconducto infalible: La libertad de poner mi voto a conciencia.

Mechupan Hue

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