El dato no sorprende a nadie. Ante un caldo de
cultivo odiante, gestionado desde el Ejecutivo nacional, personas pero más aún
las fuerzas de seguridad se sienten habilitadas para discriminar, violentar,
matar por su orientación sexual o su género. Como se conoció, en lo que va del
año se
registraron 102 crímenes de odio contra personas LGBT+. Eso no es
todo. Los crímenes de odio están en
aumento. Esta cifra representa un aumento del 70 porciento
en comparación con el mismo período del 2024, en el que se habían contabilizado
60 casos. Aquí, algunas estrategias y análisis desde los activismos
LGTBIQ+.
La evolución histórica refuerza esta tendencia en
alza: en todo 2023 se registraron 133 casos, en 2022 la cifra fue similar, y en
2021 se habían contabilizado 129. Los datos son del último
informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+.
“El sujeto de estos crímenes y el aumento tiene que
ver claramente con un cambio que se está dando desde el Estado no solamente en
los discursos de odio y las asociaciones a la pedofilia sobre la comunidad
LGBTIQ+ sino particularmente sobre el desguace de políticas públicas y la falta
de promoción de los derechos”, dijo a Página/12, Alba Rueda, activista de Mujeres trans
Argentina.
“Evidentemente todos los países que tienen una
historia tan fuerte y sólida vinculada a prácticas discriminatorias, a violencia
física y simbólica sobre la comunidad LGBT como Argentina, lleva tiempo
desterrar esto en términos sociales y culturales. El Estado no hizo nada, este
gobierno nacional no hizo nada para cambiar estas realidades, al contrario,
alienta a desarmar las leyes que nos protegen y las instituciones que nos
protegen como el Inadi, como el proyecto que está destinado a cambiar la ley de
identidad de género y los discursos de odio. En el plano social vivimos el
efecto de la mano del Estado, esa mano que no busca neutralidad sino que busca
inclinar la balanza en la impunidad de las fuerzas de seguridad”, agregó. En ese
sentido, el informe da cuenta de que las
violaciones a los derechos de las personas de la comunidad LGTB+ son
principalmente ejercidas por el Estado. Mientras que el
35,3 por ciento de los casos (36) los hechos fueron cometidos por particulares,
el 64,7 por ciento restante (66), el Estado aparece como responsable directo de
estas violencias, ya sea a través del accionar de fuerzas de seguridad o de
otras instituciones públicas. Dentro de este último grupo, se destaca de forma
alarmante que en más de la mitad de los casos con autoría estatal (54
casos, 52,9 por ciento del total general), la violencia fue ejecutada por
personal de las fuerzas de seguridad en ejercicio de sus
funciones, configurando graves situaciones de violencia
institucional. Además, el análisis del lugar físico donde ocurrieron los
crímenes de odio muestra que el porcentaje más alto de hechos --54,1
por ciento– sucedió en comisarías o unidades penitenciarias, “lo que vuelve
a evidenciar la gravedad de las violencias institucionales ejercidas
especialmente contra personas trans privadas de libertad”.
Desde el Observatorio coincidieron en la gravedad de
que el Gobierno Nacional haya definido como política de Estado el señalar,
estigmatizar y deslegitimar a los feminismos y a los movimientos de diversidad
sexual: “Cuando esa estigmatización proviene de la figura presidencial, con tono
de doctrina y pretensión de verdad, el efecto sobre nuestras comunidades es
letal”. “Estos datos no pueden analizarse por fuera del contexto político y
discursivo en el que se producen --concluye el informe--. Durante 2024 y 2025,
la figura presidencial impulsó una construcción sistemática del colectivo LGBT+
como enemigo social. En foros internacionales y redes sociales, el Presidente de
la Nación caracterizó a los feminismos y a la “ideología de género” como “virus
mentales” y amenazas a la civilización occidental. La comunidad LGBT+ fue
asociada a una supuesta “agenda criminal” que debía ser “extirpada”. A este
discurso se sumaron decisiones de gobierno concretas: el cierre del Inadi, la
eliminación de políticas de inclusión, la modificación regresiva de la Ley de
Identidad de Género mediante el DNU 61/2025 y el 62/2025, y la promoción de
acciones que niegan la existencia misma de las infancias y adolescencias trans,
entre muchísimas otras”.
Flavia Massenzio, secretaria de Asuntos Jurídicos de
la FALGBT+ y coordinadora Defensoría LGBT, consideró que en Argentina, la
violencia política contra mujeres y diversidades no es una categoría abstracta
ni una metáfora. “Es una práctica sistemática de persecución sostenida a través
de discursos de odio, que vemos cómo actualmente se despliega y repite desde
distintos ámbitos, algunas veces desde el anonimato y otras veces nos hieren
voces totalmente impunes e incluso muchas veces legitimadas por otras voces del
propio gobierno. Y esos discursos tienen consecuencias directas sobre nuestras
vidas. Sabemos --porque lo vivimos-- esas violencias escalan, y la cima son los
crímenes de odio; que no surgen de manera espontánea. No son acciones
individuales, aisladas o producto del azar. Son el resultado de un clima de
hostilidad que se construye, se gesta y se difunde conscientemente desde un
sector de la sociedad, que hoy encuentra también su amparo en un sector del
poder político de turno”, señaló.
Además recordó el que fue quizás el momento más alto
de la exposición política de las ideas del gobierno sobre este colectivo y los
feminismos, su conferencia en el Foro de Davos. Allí dijo que que “el feminismo,
la ideología de género, el ecologismo y la agenda sangrienta del aborto son
parte de esta agenda que ataca los fundamentos mismos de nuestra civilización”.
Refiriéndose a la comunidad LGBT+, dijo que “la ideología de género no solo va
contra la biología sino contra la libertad”, que se trata de un “virus mental” y
que “todo lo que toca el socialismo lo arruina”. En ese mismo discurso, sostuvo
que ese virus mental debía ser “extirpado”.
“Los discursos de odio tienen un impacto tangible en
la vida de las personas LGBT+. No se trata solo de expresiones agresivas o
violentas, son una construcción sistemática de un enemigo social. El Poder
Ejecutivo de nuestro país ha utilizado estrategias discursivas que señalan a la
comunidad LGBT+ como una amenaza para la sociedad, la cultura y la identidad
nacional. Este mecanismo de construcción de enemigos es una estrategia histórica
utilizada por regímenes autoritarios para justificar la represión. Nos presentan
como una imposición de la "ideología woke", un concepto vacío y maleable que
utilizan para englobar todo aquello que consideran contrario a su visión del
mundo” agregó Massenzio.
Para Rueda, “hay algo que se materializa y es que el
aumento tiene que ver con que el Estado
es nuevamente un represor y persecutor de las mujeres
trans y este es el dato más crítico: las mujeres trans y
travestis seguimos viviendo la mayor carga de la violencia en el odio y en los
prejuicios y eso se traduce en cómo el estado nos identifica para
matarnos”, Las
mujeres trans siguen siendo las más violentadas de la comunidad. En lo que
va del año, el 70,6 por ciento de los casos (72) registrados fueron contra
mujeres trans; en segundo lugar, con el 16,7 por ciento (17), contra varones
gay; en tercer lugar, con el 6,9 por ciento (7) de los casos, figuran las
lesbianas; les siguen los varones trans, con el 4,9 por ciento (5); y por último
se encuentra una persona no binarie, que representa el 1 por ciento% del total
de los casos registrados.
¿Qué hacer frente a tanto retroceso? “Nuestro país
que supo ser un país con leyes que fueron reconocidas internacionalmente por sus
políticas públicas para promover derechos y prevenir la violencia, hoy es un
país arrasado en el odio y la discriminación. Estos datos tienen que ser un llamado de atención no
solamente en términos electorales sino sobre todo en términos sociales. No
podemos perder la plataforma de derechos que hemos conquistado para hablar de
identidad de género en las escuelas, en las instituciones”, apuntó
Rueda.
El Observatorio propone que los crímenes de odio sean
tipificados como tales por la Justicia y que se apruebe de forma urgente una
nueva Ley Nacional contra la
Discriminación, actualmente en estado parlamentario. “Denunciar y
visibilizar es una de las acciones más importantes para la reparación, la
búsqueda de justicia, el cese y la prevención, porque el silencio y la
naturalización de estas violencias solo profundizan la impunidad. Necesitamos la
sanción de la nueva ley nacional contra la Discriminación que nos permita contar
con herramientas eficientes para abordar estos crímenes, que se han profundizado
a través de los discursos de odio legitimados muchas veces por sectores del
gobierno y hasta en los dichos del propio presidente”, finalizó
Massenzio.
Página 12