Enjuician a 5 policías por apremios
Lunes, 29 de Junio de 2009 20:48
Los hechos que denuncia ocurrieron hace más de un año. Pero igualmente todavía se conmociona y se emociona cuando los recuerda. Eladio Luis Orlando Saavedra, un hombre de 37 años de edad que se domicilia en la calle Soberanía Nacional 442 del barrio Santa Mónica de Trelew, contó a Jornada los episodios ocurridos el 12 de febrero de 2008 en la localidad de El Maitén y que lo tuvieron, junto a dos de sus amigos, como involuntario protagonista e indefensa víctima.
Saavedra comenzó diciendo que “nosotros habíamos viajado desde Trelew a El Maitén para participar de la Fiesta del Trencito. Éramos tres: dos mayores y un menor de 17 años. Era el 12 de febrero del año pasado. Pasó la fiesta, nosotros nos íbamos a venir a Trelew el lunes a la mañana y el amigo que nos había prestado la casa allá, Manrique, nos dice que nos quedemos a comer un asado al mediodía porque no habíamos tenido tiempo de charlar”.
“Entonces –explicó- aceptamos quedarnos porque de paso se iba a limpiar la ruta, íbamos a venir más tranquilos, no iba a haber tanto tránsito. Comimos el asado, a la noche fuimos con mis compañeros al bar ‘Los Muchachos’, estuvimos un rato ahí, salimos del bar y luego regresamos. Ahí había un muchacho que le había robado un vino a una abuela. Nosotros le dijimos que no tenía por qué robarle. Le pagamos un vino a él, que no se alcanzó a tomar, el muchacho se cayó al piso, borracho”.
Continuó relatando que “la señora del bar nos pidió que lo sacáramos a la calle, los sacamos afuera, volvemos adentro y seguimos con la reunión que teníamos adentro. Como a la una de las mañana se abren las puertas del bar y entra la Policía. Nos dicen que pongamos las manos contra la pared. No alcanzo a darme vuelta y apoyar las manos contra la pared cuando me golpean la pierna, caigo al piso, me pisan la cabeza contra el piso, me esposan, me dicen que mire al suelo y me empiezan a pegar. Me sacan golpeando para afuera, quedo en la tierra, ahí me siguen pegando”.
“Me preguntan de quién era el auto blanco que estaba afuera, les digo que es mío, me preguntan por las llaves, les digo que las llaves están puestas, me arrancan la riñonera, el reloj, todo, de las manos y nos tiran arriba de la camioneta”, agregó.
“Arriba de la camioneta –amplió- nos siguen pegando. A mí me pegaban con una cachiporra calculo yo. Lo tiran primero a Alejandro Jones, que queda boca abajo, le queda la cubierta en la cabeza porque no sé si la tiran o no, la cosa es que según él estaba desmayado. Me tiran a mí y al medio lo tiran a Ariel Ap Iwan y cuando él estaba arriba mío le digo que se corriera un poquito. A él le pegaban porque no dejaban que se mueva y a mí me continuaban pegando en las nalgas”.
“Nos llevaron golpeándonos hasta la comisaría. En la comisaría cuando llegamos nos sacan de los pies para afuera, nos arrastran, a mí por lo menos me arrastran y me piden que mirara al piso, que no levantara la vista. Calculo que lo hacían para que no los reconociera. Ahí me meten a la rastra para adentro, me meten por un pasillo. Ahí me pegan a mí y me apartan de mis compañeros. Me vuelven a arrastrar por el pasillo y me llevan por otro, que creo yo que queda frente al calabozo donde los habían metido a los otros y les estaban pegando. A mí me siguen golpeando. Luego quedo en el piso desmayado y cuando me despierto ya no le pegaban a los otros y miro para adelante, para la reja, y estaba Jones parado del lado de adentro, detrás de las rejas. Ya estaban encerrados ellos, pero yo estaba tirado en el pasillo”, memoró.
“Ahí –añadió- le digo a Jones que no aguanto las manos, me están cortando las esposas. Me dice que llame al guardia. Entonces empiezo a gritar y llamo al guardia. Y miro por el pasillo y estaba la puerta entreabierta y él me estaba mirando, pero me ignoró completamente. Así que yo agarré, me arrastré otra vez por el piso y me ignoró otra vez. Me levanté, crucé la puerta y le pedí que me aflojara las esposas. Me dijo que no tenía la llave, seguí insistiendo que me las aflojara porque no las aguantaba más y en eso entran dos policías de afuera y me empiezan a dar otra vez. Me llevan a la rastra y a las patadas por el pasillo otra vez y quedo enfrente del calabozo donde estaban los otros dos. Me pegan con la cachiporra en las manos y yo les pedía que me aflojaran las esposas, que no las aguantaba. Más: en un momento yo les digo ‘rompeme el culo si querés, pero aflojame las esposas porque no las aguanto’. Y en eso que me estaban pegando, me defequé encima”.
“Cuando me defeco encima –comentó- me pegan tres o cuatro patadas más, me sacan las esposas y me meten en el calabozo. Me dejan en el calabozo un rato, no sé qué hora era porque perdí la noción del tiempo completamente, me llevan al hospital, me revisa un médico y me llevan otra a la vez a la comisaría. A los otros muchachos los cambian de calabozo y después me vuelven a llevar al hospital para sacarme sangre, no me dejan limpiar, nada. Me llevaron todo sucio al hospital. Cuando regresamos me dejan lavarme. Me hacen la requisa del auto, me vuelven a meter en el calabozo y después como a las 2 de la tarde nos llevan a la Fiscalía de Esquel, donde nos dicen que nos habían puesto por resistencia al arresto y nos dan la libertad”
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