23/11/10

Todos inmigrantes.

Todos Inmigrantes

13 de noviembre de 2010.
Inmigrante, decía Ambrose Bierce en su Diccionario del Diablo, es una persona poco ilustrada que cree que un país es mejor que otro. Cínicamente puede afirmarse que no hay país bueno, pero también es cierto que algunos son mucho peores que otros. Hasta el más civilizado y económicamente dotado puede ser una pesadilla en lo personal, si resulta que las circunstancias y los gustos de uno no coinciden con la mayoría. Hoy hay un nuevo país de asilo, uno en el que todos los habitantes somos recién llegados.
Imagina que vives en un pueblo de 2.000 habitantes en lo profundo de Extremadura. O en una aldea gallega de apenas un centenar de casas. O en la Serranía de Ronda. Imagina que tienes familia y amigos; que vas a la capital con cierta frecuencia, ves la televisión y eres asiduo usuario de la biblioteca municipal. Imagina que tus gustos se salen un poco de lo normal, no quedan saciados con La Noria y las últimas andanzas del equipo de fútbol nacional… Imagina que vistes en televisión hace tiempo una serie de ciencia ficción británica llamada El Enano Rojo, y desde entonces te apasiona. Que a través de tus lecturas has llegado a desarrollar un gusto extremo por la poesía francesa del siglo XVII. Que tus aficiones en coches se decantan por los modelos americanos de los 50 con carrocería de madera. Que eres homosexual. O que te apasiona el cultivo de orquídeas.
¿Cuáles son las probabilidades de que alguien, dentro de tu ámbito de influencia, comparta tus gustos? ¿De poder hablar con alguien de tus aficiones, esperanzas o pasiones, si éstas se salen de la media? ¿Cuántos han tenido que renunciar a desarrollar pasiones por estar solos?
El mundo está lleno de refugiados sociales. Personas que no encajan en su entorno; gentes cuyos gustos o manías son poco comunes, o contrarias a la cultura dominante allá donde viven, o simplemente ajenas. Gente que no puede perseguir sus sueños porque esos sueños son ignorados, en el mejor de los casos, o perseguidos en el peor, allá donde nacieron.
Todas esas personas tienen un nuevo hogar en un nuevo país.
Bienvenidos al ciberespacio, donde se acoge a los oprimidos, a los perseguidos, a los impopulares y a los feos; donde cada ser humano tiene la posibilidad de ser quien es de verdad con independencia de su sexo, edad, raza o religión. Un entorno que, como el Viejo Oeste, no es un lugar geográfico, sino un estado del espíritu. El único país donde podemos ser nosotros mismos… donde a nadie le importa que seas un perro, donde puedes encontrar gente como tú, seas tú como seas, vivan ellos donde vivan.
La Red es eso; un cabo lanzado en la oscuridad, un refugio de perseguidos y estigmatizados y solitarios y ajenos. El sitio donde nunca estás solo, porque alguien comparte tus emociones y pasiones en algún lugar, y puedes charlar con esa persona, contactar con ella, intercambiar experiencias y conocimientos por poco comunes que sean. Un lugar donde puedes ser tú mismo sin tener que preocuparte por el qué dirán, o pensarán, tus vecinos, tu familia, tus amigos. Donde puedes sacar esas partes de ti que nunca dejas entrever a tus conocidos, esos secretos deseos o ardientes intereses que estás demasiado avergonzado para dejar salir por temor, por soledad.
Un estado del espíritu donde todos somos inmigrantes, hasta de nosotros mismos; donde somos más y mejor nosotros. Donde podemos comunicarnos, a veces por primera vez en nuestra vida, con alguien que nos entiende.
Y luego dicen que hay adictos a Internet… y más que va a haber.
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Claudio Segovia
claudiosegovia@gmail.com
Lago Puelo - Chubut - Argentina
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