12/9/16

Estuvo en El Bolsón: Un clown estadounidense suelto en Buenos Aires

Un clown estadounidense suelto en Buenos Aires

George Lewis se enamoró de la ciudad y reparte su vida entre Seattle y la actividad artística en la escena independiente local

"Llegué hace doce años y sentí esa intuición, la de querer quedarme. Me había pasado antes en París, donde viví tres años. Ahora divido mi tiempo entre Seattle y Buenos Aires", dice George Lewis, el clown trotamundos que encontró en esta ciudad más actividad teatral que en la suya, en el otro extremo del mapa, al noroeste de los Estados Unidos. "Aquí es como Nueva York o París, pero sin ser lo mismo. Hay una cultura y un color propios", describe en un castellano perfectamente inteligible.

No los aparenta en absoluto pero tiene 66 años y ningún temor a decir su edad ni a exponer las dudas más íntimas sobre el escenario. "La vida está llena de fracasos y es a través de ellos que se crece. Quizá de eso se trate crecer: aceptar las posibilidades a medida que pasa el tiempo. Door habla de esas ilusiones", dice sobre la obra que presenta los domingos en No Avestruz, con dirección de Yanina Frankel.

En Door, hay dos protagonistas: Lewis y una puerta, que debe ser atravesada como cada umbral de la existencia, entradas y salidas que deben decidirse y cargarse en soledad. El viaje entre el pasado y el futuro, adentro y afuera, es tan cómico como pueden serlo las expectativas de los soñadores.

Pero en esa incertidumbre residen todas las preguntas sobre lo que vendrá, lo que fuimos, lo que somos en el presente. El público ríe porque se encuentra acompañado en esa angustia donde lo mejor es continuar hacia adelante. "Me gusta cuando la gente sale cantando algo de sus propias canciones", dice Lewis que empezó a elaborar con la directora improvisaciones a partir de la puerta, probando ideas de cada uno hasta que salió lo que ambos buscaban. "Con Yanina, desde que la conocí, nos entendimos muy bien, noté su sensibilidad y por eso, nos juntamos para Door", cuenta sobre Frankel a quien asesoró artísticamente en Ingue, dirigida por Darío Levin, unipersonal que se presenta desde 2013 en distintos espacios.

Actor, director y docente especializado en teatro físico, formado en L'Ecole de Mime Etienne Decroux y en la Escuela Nacional de Circo en París, en su país fundó la escuela Freehold Studio, en Seattle. Desde que llegó a Buenos Aires, participó en varias puestas: coautor con Victoria Almeida de La última vez (que me tiré a un precipicio); la supervisión de Amor mito, dirigida por Leticia Torres; director de Mal de mar, de la compañía Ñata Voltage; y entrenador corporal de Marina Barbera en Seis. En este momento, además de actuar los domingos, dirige un nuevo proyecto que se estrenará el sábado 24, también en la sala El Método Kairós: I, una buena preguntita banal, del francés Jean Tardieu, con Federico Falasco y Diego De Paula. En febrero, llevará Door al festival de clown de El Bolsón. Y le gustaría, sueños de payaso que tal vez se cumplan, poder mostrarla en Seattle.

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