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Caso Garrido: "un homicidio policial"
Recibió un golpe en la nuca antes del "suicidio". Lo reveló un equipo de forenses de Buenos Aires.
EL BOLSÓN (AEB).- Según los peritos bonaerenses que exhumaron hace un mes el cuerpo de Guillermo Garrido (24), fallecido en un calabozo de la comisaría de El Bolsón, su deceso se produjo luego de que "lo durmieron de un golpe en la nuca".
Con duras críticas al experto rionegrino que realizó la autopsia inicial, el informe valora que "no fue metódica completa", y que "llamativamente" no analizó el "surco de ahorcadura", "no se realizaron exámenes complementarios radiológicos, anatomopatológicos y toxicológicos"; "no se analizaron huellas ni rastros en el cinturón ni su resistencia mecánica a la tracción y estiramiento para soportar el peso de una persona como Garrido sin romperse".
Los datos fueron revelados ayer por el diario "Página/12", con el título "Suicidio por golpe en la nuca", escrito por Horacio Cecchi, donde enfatiza que "10 meses le llevó a la Justicia descubrir que el suicidio de Guillermo Garrido en realidad había sido un homicidio policial".
El 14 de enero pasado Garrido fue detenido en un incidente de tránsito en el centro de la ciudad, luego de asistir al cumpleaños de su padre en Epuyén. Lo llevaron a la comisaría y una hora y media después, fue encontrado colgado en una celda. La causa había sido rápidamente archivada como suicidio por el juez Ricardo Calcagno y fue reactivada por la Cámara del Crimen a pedido de la abogada de la familia de la víctima, Marina Schifrin. A partir de allí, la jefa de los fiscales, Liliana Piccinini, pidió nuevos peritajes y autopsias y convocó a los expertos bonaerenses.
"El informe cuestiona los groseros fallos de la primera autopsia realizada por forenses locales y sostuvo que Garrido había recibido un golpe en la nuca con un objeto duro y romo", asegura el matutino porteño.
El equipo encabezado por la perito forense Virginia Creimer, "descubrió en tres días, sin colaboración local y sin más posibilidades que los huesos pelados del esqueleto de la víctima, todo lo que los peritos locales se habían negado a ver y los policías rionegrinos se habían visto obligados a ocultar: un golpe en el hueso occipital, por encima de la nuca, de 3 por 2 centímetros, con una posible mancha hemática, compatible con golpe o choque con o contra superficie dura y roma".
El informe señala que la marca del golpe implica que fue dado con fuerza suficiente como "dormirlo de un golpe en la nuca".
En su investigación Creimer reconstruyó el perfil psicológico de Garrido, que la llevó a desestimar la posibilidad del suicidio: mantenía "buena relación con los miembros de su familia", "afianzada relación de pareja", "proyectaba ser padre", "esperaba con expectativas el cumpleaños de su mujer (que sería al jueves siguiente de su último día de vida) y ya había acordado cuál sería el regalo", tenía "buenas relaciones con sus compañeros de estudio y laborales". Creimer agrega, contra la hipótesis del suicidio, la obtención reciente de un trabajo y la evaluación médica que tuvo Garrido momentos antes a su muerte: en el informe del hospital, la médica que lo atendió "no encontró un sujeto descompensado ni en situación de riesgo", precisó la forense.
Asimismo, el informe señala la notoria "ausencia del cinturón del cual pendía presuntamente la víctima"; que desde la altura de la que se habría colgado Garrido –según la policía–, hubiera quedaba apoyado en el piso con los pies; que la víctima había sido llevado a un baño externo a la celda (media hora antes de aparecer muerto) cuando en la celda hay letrina".
"Y como si fuera poco –apunta el artículo de Cecchi– el día en que el equipo de la Procuración bonaerense convocó a los policías que habían estado de guardia esa noche, éstos se negaron a concurrir. Fueron citados por orden de Calcagno, quien adoptó una medida sugerente para obligarlos a asistir: imputó a los diez que estaban en la mira, con lo que, como imputados, no están obligados a decir la verdad".
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Enrique Carlos
