Frutas finas: signo distintivo de la Comarca Andina
En Río Negro y Chubut, entre Bariloche y Epuyén, existen pequeños emprendimientos familiares que se dedican a cultivarlas y a elaborar conservas, mermeladas, jaleas y licores reconocidos en toda la Argentina.
Uno de los principales atractivos para quienes visitan la Comarca Andina (la región de las provincias de Río Negro y Chubut al pie de la Cordillera que se extiende desde San Carlos de Bariloche hasta Epuyén) es el cultivo de frutas finas y la elaboración de distintos productos artesanales en base a ellas.
En toda esta región se cultivan frambuesas, grosellas, frutillas, cassis, arándanos, cerezas, guindas, boysemberries, zarzamoras, moras, corintos, rosas mosqueta y saucos, todas frutas consideradas de muy alto valor agregado por lo delicado que resulta su cultivo. El clima frío templado de la región es ideal para su producción, de ahí que quienes visiten cualquiera de sus localidades (Bariloche, El Bolsón, Lago Puelo, El Hoyo, El Maitén, Epuyén o Cholila) se encontrarán con productos artesanales elaborados en base a estas frutas finas, de altísima calidad y reconocidos en toda la Argentina.
La inmigración que llegó a esta zona a partir de principios del siglo XX trajo las primeras plantas que se fueron cultivando durante la primera mitad del siglo pasado. Fue así que recién en 1950 surgió el primer emprendimiento en base a las frutas finas, la dulcería del Doctor Miklos, un inmigrante húngaro doctorado en Ciencias Económicas en Budapest, pionero en el impulso de la producción de mermeladas y licores artesanales en toda la región.
Hoy, la elaboración de distintos productos artesanales en base a las frutas finas está en manos de pequeñas empresas familiares distribuidas a lo largo de toda la Comarca Andina. Por su altísima calidad, el objetivo de estas empresas es alcanzar la Denominación de Origen Controlada (D.O.C.), todo un sello de calidad que avala que un alimento ha sido elaborado en una región determinada bajo las mismas técnicas de producción que se vienen respetando por generaciones, libres de pesticidas o agregados químicos y bajo el control estricto de un organismo público a cargo de su fiscalización.
Los emprendimientos que se dedican a elaborar productos en base a estas frutas van, desde el punto de vista del desarrollo tecnológico, desde el empleo de una simple cacerola de cobre y cuchara de madera hasta cocinas con alta capacidad que funcionan con vapor y al vacío. Por otra parte, también se desarrolla en paralelo el agroturismo, lo que permite atraer a turistas durante todo el año a muchas de estas fábricas.
De acuerdo con un estudio realizado por el INTA Bariloche, las frutas más empleadas en la producción artesanal son, en orden de importancia, la frambuesa y la frutilla, seguidas del cassis, cereza, guinda, boysenberry, rosa mosqueta, sauco y zarzamora. Justamente, la rosa mosqueta cuenta con una oportunidad muy interesante de comercialización en mercados internacionales, puesto que no es utilizada en la elaboración de productos artesanales en otras partes de la Argentina y del exterior.
Los artículos más elaborados en base a las frutas finas son dulces, confituras, conservas y mermeladas y luego, en orden de importancia, le siguen los licores, pulpas, jarabes, jaleas y frutas congeladas. La mayor parte de estos productos son para consumo familiar (la gran mayoría son vendidos en la región a turistas), pero también se emplean en repostería, pastelería, chocolatería, licorería y heladería. Toda una gama de alternativas que bien vale la pena probar y conocer.
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