3/3/15

Excelente reconocimiento con fotos exclusivas a tropilleros que rescatan ganado en la cordillera incendiada

Incendio en Cholila: Tropilleros, gauchos con historia heroica

Reconocimiento a Tropilleros y gauchos solidarios ante la emergencia ígnea en Cholila.

Tropilleros Saul Cotut y Leonardo Jones

Este medio comunicacional sociocultural quiere reconocer públicamente a los tropilleros de Cholila, nuestros gauchos, que con perfil bajo están haciendo una labor heroica, bajando el ganado de la cordillera entre humo y llamas de fuego.

Tranco y tranco animan con espíritu a las vacas quemadas, que por las pezuñas heridas y partidas por las brazas caminan con dificultad, descansando en los ríos y arroyos que son refugio ante el avance de las lenguas de fuegos.

Nuestros tropilleros por muchos años han sido olvidados, no reconocidos, esclavizados, pero llegó la hora de brindarle su reconocimiento público, y contar su gran historia en Cholila.

Leonardo Jones y Saúl Cotut son peones rurales que con “Vaquía”, entre cañales y cañadones bajaron con una punta de vacas del cañadón “El Blanco” (Cordón Cholila) cuando el fuego cruzó el pedregoso como un huracán ellos alcanzaron a salvarles las vacas al “Patrón”.

En otro caso el “Vaqueano” Alberto Sepúlveda, un legendario tropillero ya que su abuelo Rómulo Sepúlveda fue tropillero del Perito Moreno en la demarcación de límites estatales entre Argentina y Chile en el año 1902, y que por muchas décadas fue unos de los tropilleros que llevaba vacas a Chile que le sirvieron a Cholila para sustentarse a través de esta comercialización ganadera con el país vecino, ya que las vías férreas y los puertos Argentinos estaban lejos y tan sólo a 400 km se encontraba Osorno, Chile.

Tropillero del Perito Moreno Don Romulo Sepulveda

Alberto Sepúlveda, a quien muchos llaman el “Señor de la Montaña” ya que desde niño recorre las cordilleras por los más remotos lugares arriando sus vacas y despuntando el vicio corriendo uno que otro jabalí, y amansando algún bagual cuarto de milla para bajar a la Fiesta Nacional del Asado y correr su carrera de caballos cuadrera que le da al “Gaucho” su gozo criollo.

Tropillero Alberto Sepulveda

De esta manera, con esa experiencia que sólo le da la cordillera, Alberto Sepúlveda bajó sus vacas del Villegas en la zona de “El Tigre”, en la que tuvo varios inconvenientes ya que al llegar a su campo encontró su potrero abierto y tuvo que buscar sus caballos en pleno bosque andino patagónico. Cuando encontró su caballo y ensilló, el fuego había avanzado como un tren, juntó unas 20 vaquitas y esperó hasta las cuatro de la mañana en las altas cumbres hasta que pasó el fuego y salió al tranco con sus vacas “mujiendo” por el pánico, por ese infierno que se había levantado por la corrupción de ambiciosos que buscan apoderarse de la tierra y despojar a aquellos que Dios escogió para ocupar esos territorios.

Así Don Alberto Sepúlveda entre las llamas, la noche y el día salió con sus vacas, llegando al río Villegas en donde venía a enfrentarlo de frente a este Gaucho una catarata de fuego y con su caballo, sus perros y sus vacas se metió al río que le dio refugio. El fuego literalmente lo pasó por arriba, alumbrando el río, ahí es donde nos damos cuenta que nada puede hacer el hombre contra el poder del fuego y el agua, más que esperar que cesen en su furia.

Alberto conoce la cordillera como la palma de su mano, y seguramente lamenta en su alma no poder haber hecho nada para cuidar esos árboles, con quienes se crió y con sus hermanos que se vieron crecer uno a otro, pero dejando a sus espaldas su vida y todos sus recuerdos bajó al tranco entre remordimiento, tapado por su sombrero el cual debe tener muchos pensamientos, pero que su alma sujeta para no convertirse en la bestia que cometió este incendio.

Alberto Sepulveda arriando sus vacas con sus perros exhaustos

Hoy, tristemente el “Negocio Verde” quiso bajar al último tropillero de Cholila para quedarse con sus tierras, pero este tropillero volverá a dejarle una flor a la cordillera y volverá a comenzar entre cenizas, llamando a sus hermanos los cipreses una y otra vez hasta que aparezcan entre retoños a sonreírle, y así el jabalí volverá al “pago”, el huemul, el zorro, las aves y levantando el puesto nuevamente para ser el “Atalaya” de la Cordillera por si ese animal salvaje que es el hombre con el “Negocio Verde” vuelve aparecer a destruir lo que Dios creó.