21/9/11

Joven neuquino premiado en concurso literario por historia de Cassidy

Un estudiante de Rincón, premiado en un concurso literario patagónico

Se trata de Pablo Facundo Bravo, alumno del 3er año “A”, turno tarde del CPEM 24, que escribió un cuento corto sobre el legendario ladrón Butch Cassidy y obtuvo el 3er. premio en un concurso de Puerto Madryn.

A mediados de septiembre se dieron los nombres de los ganadores del 3er. Concurso Literario “Yo quiero ser escritor”, organizado por la a Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Puerto Madryn.

Grande fue la sorpresa para Rincón de los Sauces, ya que Pablo Facundo Bravo, alumno del CPEM 24, obtuvo el tercer premio en la categoría cuento para participantes de 14 a 18 años, con su relato “El inesperado encuentro”.

El texto, basado en la biografía del legendario ladrón Butch Cassidy, fue el único relato enviado desde Rincón de los Sauces y sorprendió por su calidad al jurado integrado por Fernanda Maciorowski, Javier Arias y la coordinadora del concurso Silvia Castellón.

Cabe destacar que el trabajo de este joven rinconense fue seleccionado entre 190 autores y autoras que enviaron 235 sobres, por lo que el mérito de su premio es aún mayor.

“Pablo es alumno mío y este año el concurso fue abierto a toda la patagonia”, contó al Periódico de Rincón la licenciada María Gabriela Sánchez, quien adelantó que viajarán junto a Bravo a Puerto Madryn, para la entrega de premios.

La misma está prevista para el próximo viernes 23 del corriente a las 18.30 horas en una ceremonia a desarrollarse en la Sala Dos del Cine Teatro Audfitorium.

Los premios para los jóvenes escritores son Cámaras Digitales, MP3, MP4, Celulares, libros del Plan Provincial de Lectura, y librerías de nuestra ciudad, más pasajes y hospedaje para los finalistas.

“La verdad es que estamos muy contentos. Pablo es un chico muy lector, muy buen alumno. Habíamos trabajado el texto en el curso y estamos muy satisfechos”, dijo Sánchez.

"El inesperado encuentro"

Era un día de frío y nieve de un invierno interminable. Escuché en la radio que la policía buscaba a unos ladrones de fama mundial, que podían andar cerca de aquí.

Sin dudarlo, fuí hacia la comisaría de Cholila, buscando respuestas sobre este tema. Un tal Rosas, el comisario supongo, me dio una foto del sospechoso y me dijo que si tenía alguna información certera sobre el paradero de Buch Cassidy y sus cómplices, recibiría un millón de pesos.

Sorprendido y tentado por la oferta, salí dispuesto a investigar algo. Pensando en el tema iba hacia mi casa y a lo lejos vi un puesto que no había visto antes. No le di importancia y seguí mi camino. Al rato, recordé el lugar y me dio curiosidad respecto a estos nuevos vecinos.

Sin esperar más, me dirigí campo adentro en ese día blanco y frío.

Antes de llegar a la casa, pude divisar muchos animales vacunos. Me sobresalté un poco, ya que creía que en Cholila nadie poseía tantas cabezas de ganado y además dispuestos en sofisticados corrales.

Seguí caminando cuando escuché un silbido a lo lejos y sin demoras, el fuerte galope de un caballo a mis espaldas. Atiné a tirarme al suelo nevado. Aún no me había recuperado de la caída, y sentí un crick que retumbó en mi oído.

Alcé la mirada, y me encontré con un hombre que apuntaba mi cabeza con un revólver.

Me pidió que me levantara y explicara mi presencia en su terreno. No podía emitir sonido alguno. Sin que me diera cuenta, llegaron dos personas más, otro hombre y una mujer.

Al verlo con atención, el hombre del arma se me hizo familiar. Sí, era el de la foto que me había entregado el comisario. No podía creerlo, estaba frente a un famoso ladrón y sus cómplices. Me parecía que el tiempo se había detenido y que el corazón se me iba a saltar del pecho.

Lo primero que se me ocurrió fue decirle que podría serles útil. Conocía la región como la palma de mi mano y les ayudaría a ocultarse de la ley o a huir por caminos seguros, en caso de ser necesario.

Luego de una larga discusión entre ellos, Buch aceptó mi propuesta, pero antes debía pasar por algunas pruebas.

La verdad, los siguientes días fueron más que difíciles. A pesar de mi inexperiencia, fui mejorando mi puntería, mi estilo de montar y desarrollando una gran suspicacia para conocer personas y evadir situaciones de riesgo innecesario.

Dejé mi nombre y pasé a ser “Buch Juniors”, como me llamaron ellos.

Cuando mi entrenamiento estuvo listo, participé en varios asaltos. Todo era emocionante, veloz y sin herir a nadie. Salíamos de los bancos repletos de dinero y no nos descubrían. Volvíamos a la tranquilidad de Cholila y a la vida de serenos paisanos chubutenses.

Pasaron los años y vi como Cassidy iba envejeciendo y debilitándose. No tenía la misma agilidad de antes y se sentía triste y melancólico. Salía por las tardes y miraba al horizonte y me decía con voz ronca, que estaba seguro que le quedaba poco tiempo de libertad. Presentía que llegaría la justicia hasta él. “El mundo es un lugar enorme, -decía- por eso debía intentar seguir buscando el sitio donde no fuese perseguido.

Un día se me ocurrió la idea: planear el falso asesinato de Butch Cassydi. Sundance, Etta y yo, seríamos los agresores. Aludiríamos discusiones por el reparto del inmenso botín acumulado, dejaríamos pistas en ese sentido y de esta forma, le daríamos a Butch una nueva, y quizás la última, oportunidad de sentirse libre.

Llegada la primavera, en la radio se escuchó: “Asesino famoso muerto y calcinado. Los habitantes de Cholila y sus alrededores ya podrán sentirse seguros y tranquilos, sin esta amenaza.”

La noticia corrió por múltiples canales, y por supuesto, cada vecino fue colocando detalles y aumentando la anécdota. Mientras, muy lejos, nosotros con Butch, escondidos en la bodega de un viejo barco inglés, partimos en busca de nuevas costas, soñando quizás con otras aventuras. Del resto de la historia, que se encargue la leyenda.

Thony Jhon (Pablo Facundo Bravo)

PRENSA DE RINCON DE LOS SAUCES - NEUQUEN