17/12/12

Columna Turismo: Esteban Gandulfo en Chile 2ª parte

Puelo del otro lado.

Cuando estábamos planeando con Lucas nuestro viaje periódico de Padre e Hijo, una de las opciones que consideramos fue llegar hasta un punto, para nosotros impreciso, en que finalizaba el camino que los chilenos estaban haciendo desde la localidad de Rio Puelo, allá en Chile, hacia Lago Puelo, acá en Argentina. La distancia en línea recta entre los dos Puelos es de unos setenta y cinco kilómetros. Si hubiéramos dispuesto de un PA28 o un Cessna 182 la habríamos recorrido en 20 minutos, pero como íbamos a ir en nuestra Chevrolet luv el trayecto sería de unos quinientos kilómetros y el tiempo requerido, por lo menos diez horas, dependiendo de aduanas y transbordadores.

Salimos un sábado a la mañana bien temprano, cosa de llegar a la aduana cerca del horario de apertura. La decisión no había sido inteligente, en el punto de la selección del día de la semana. Una multitud de ciudadanos de Bariloche y Villa la Angostura había decidido aprovechar el día, o fin de semana no laborable, e ir a Osorno para las compras navideñas y había llegado a la barrera de El Rincón antes que nosotros. Lo que nunca: Esperar en la barrera para pasar después de un buen rato a la zona aduanera, después cola en migraciones (nada grave) cola en aduana (gravísima, más o menos una hora) Para colmo, vida social activa en la cola, con muchos encuentros de amigos no programados y la escucha involuntaria de conversaciones estúpidas acerca de lo que convenía o no comprar, como estaba el cambio, cuanto cargaban las tarjetas de crédito, cuán escrupuloso sería el registro de ingreso, dónde aceptaban pesos argentinos y seguían las tonterías…

El cruce por la aduana chilena fue “espress” y enseguida estábamos en Entrelagos. Allí nos abastecimos de pan y fiambre, como para ir organizando un lunch dentro del vehículo, cosa de no seguir añadiendo detenciones a nuestro viaje. Primera sorpresa, el camino ex ripio desde Entrelagos hasta Rupanco, estaba pavimentado, muy bonito. Luego seguía de ripio en buen estado, empalmando la ruta que circunda al lago Llanquihue y pavimento nuevamente. Antes de llegar a Ensenada, hubo un par de puntos absolutamente descuidados, muy breves, cien o doscientos metros, y nuestra hipótesis fue que se debía a encuentros entre distintos tramos licitados. De cualquier manera, se sorteaban sin problemas yendo en primera velocidad.

De ensenada le pegamos hacia el sur, por la ruta que va al lado del rio Petrohue, que desagua en el golfo de Reloncaví. Este camino estaba siendo repavimentado, con un espesor considerable de asfalto, y lo más gracioso es que lo que quedaba debajo, estaba mucho mejor que nuestra ruta nacional Nº 40 hacia Esquel. Llegando a la desembocadura del Petrohué, en este punto la ruta se abre hacia la derecha, para Canutillar, y a la izquierda cruza un puente, relativamente nuevo, y otra sorpresa, sigue el pavimento unos buenos kilómetros por lo que hasta hace poco era ripio. En poco tiempo llegamos a Cochamó, y si bien es cabecera de municipio, con su alcalde, concejo y demás, no pasa de ser un caserío. Saliendo de Cochamó evaluamos que estábamos con la mitad del tanque de combustible e incertidumbre en cuanto al abastecimiento por delante. Íbamos a regresar a Cochamó y nos cruzamos con unos lugareños: “en Cochamó hay combustible en la ferretería, y en Puelo hay una bomba”. Seguimos entonces hasta Puelo, donde encontramos otro tramo recientemente pavimentado y una flamante bomba de combustible con súper y diesel. Nos reabastecimos como para quedar tranquilos, pasamos por el centro de la villa, y rumbeamos para el lago Tagua Tagua, pocos kilómetros más adelante nos encontramos con otra sorpresa: Una importante obra, la construcción de una terminal para los transbordadores.

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Terminal Norte embarcadero transbordadores lago Tagua Tagua.

Allí nos informaron que el servicio desde ese punto era a las 9:00 hs y 13:00 horas, de modo que siendo avanzada la tarde, decidimos volver al pueblo para reconocer un poco el lugar.

Otra de las obras impresionantes es el puente carretero que cruza el río Puelo, muy poco antes de la desembocadura en el Océano Pacífico, en el golfo de Reloncaví. clip_image004

Puente cerca de la desembocadura del Río Puelo

Llama la atención por varias razones, su extensión que debe ser de unos doscientos metros, el hecho de estar construido de acero y mantener la pendiente del camino, que desciende de una colina a la llanura. La masa de agua es impresionante, como aquí el Puelo ha recibido el aporte del Manso, podemos decir que bajo el puente pasan las aguas de los ríos y lagos Mascardi, Guillelmo, Steffen, Escondido, Soberanía, Villegas, Foyel, Manso, Puelo, Epuyén, y muchos otros menores…

Dando vueltas por la villa, hicimos alguna compra, miramos un mapita local y fuimos a hacer algunas preguntas al puesto de carabineros. Los carabineros siempre nos trataron muy bien, y bajo el riesgo de ser tratados de antipatriotas, o facho pinochetistas, vamos a decir que hemos simpatizado con ellos. El carabinero de Puelo nos confirmó los horarios del ferry, y hablando de sitios para acampar, nos sugirió hacerlo en la orilla del lago, en una playita en la zona del embarque. Para llegar a ella tuvimos que cruzar la obra y ganarnos la antipatía del sereno, que para la otra mañana nos había colocado unos cuantos obstáculos.

clip_image006Carpa, fogón y un vinito antes de la cena.clip_image008

Otro sector de nuestro camping.

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Zorrito confianzudo y hambriento

El lago Tagua Tagua tiene dos transbordadores, el pequeño Don Felipe y el mayor Caupolicán, operados por Naviera Puelche. Esa mañana nos tocó el Caupolicán y menos mal, porque si no –a pesar de haber llegado más de una hora antes de la salida–perdíamos el servicio, porque entramos últimos, justito. Un automóvil paga $6.500 chilenos, unos cien pesos argentinos.

clip_image012Desde el lago, embarcadero Norte. Don Felipe amarrado.

Después de haber recorrido toda la longitud del lago con rumbo sur, y haber tomado una buena dosis de ventoso frio en la terracita del buque llegamos a la terminal del otro extremo. Salimos a buena velocidad, los cuarenta y cinco minutos de la navegación nos habían puesto ansiosos y no nos detuvimos a fotografiar lo que parecía ser una novísima terminal. Nos interesaba mucho reconocer esa carretera. Resultó ser un buen camino de montaña, a veces trabado y a veces con rectas de uno o dos kilómetros. Lo que sí llamó la atención en ese recorrido fueron los puentes, nuevos, generosamente dimensionados, uno de ellos en curva, acompañando el desarrollo del camino. Algo así como una hora de marcha y llegamos a Llanada Grande, un aeródromo, algunos comercios, energía eléctrica e internet. Continuamos, haciendo una detención en el lago Totoral, con una playita muy agradable, anotada como posible sitio de acampe. Seguimos más adelante hasta Primer Corral. Allí ya no se nos permitió avanzar más porque estaban abriendo el camino con explosivos. El ejército, a cargo de las obras viales, había tendido un puente Bailey, que los chilenos denominan “puente mecano”. Este cruza un hermoso cajón por el que cruza el río caudaloso y veloz. Nos informaron que el camino ya había avanzado un par de kilómetros… ¿Cuántos más faltaban y en cuanto tiempo se terminarían? Si fuera en Argentina yo me animaría a decir “algunas décadas”. Siendo en Chile y por el ritmo que se veía, movimiento de máquinas y personas (a pesar del feriado) tamaño del obrador, etc. Me animaría a decir un par de años como máximo.

clip_image014Puente Bailey sobre el cajón del Puelo

Habíamos llegado hasta donde pudimos, de allí en adelante tenía que ser caminando, en bicicleta o de a caballo.

Lentamente emprendimos el regreso. Ya sabíamos hasta dónde habían llegado los chilenos y a qué ritmo estaban trabajando. En la vuelta hicimos algunos desvíos para conocer alrededores y tomar algunas fotos. Pensamos que estábamos a tiempo de volver en el ferry de las cuatro de la tarde, y cuando estuvimos de vuelta en el embarcadero norte, entramos en duda si podríamos tomarlo, porque había una cantidad considerable de vehículos esperando. No pudimos entrar en el de las cuatro de la tarde. Sin embargo, quedando vehículos en espera el operador está obligado a realizar otro viaje para llevarlos. Aproveché para caminar hasta el río Maldonado y tomar algunas fotos de la nueva terminal.

clip_image016Acceso y sala de embarque

clip_image018240 días de plazo y sólo 15 días de demora. US$1.200.000 sin” mayores costos”.

Tomamos el segundo viaje del Caupolicán y llegamos de vuelta a Puelo con bastante luz de día por delante. La decisión que debíamos tomar era si acampábamos en Puelo, o si seguíamos viaje hacia un punto que no habíamos programado, porque no aparecía en los mapas, pero que nos convenía, porque acortaba el camino hasta Puerto Montt, donde queríamos pasar por razones de hacer algunas compras. El carabinero nos recomendaba tomar ese camino, y unos amigos que Lucas había hecho en el transbordador, unos jóvenes que trabajaban en un establecimiento turístico en la costa del Tagua Tagua, “Mítico Puelo Lodge” (http://www.miticopuelo.com/) le habían dicho que ese camino era muy interesante. Iba de Puelo hasta Caleta Puelche, de allí se tomaba un transbordador hasta la otra orilla del fiordo, Caleta Arena, y ya estábamos a solo cuarenta y cinco kilómetros de Puerto Montt por carretera en buena medida pavimentada. Decidimos hacer esto. El camino era hacia el oeste, y el sol de frente nos impedía disfrutar mucho de las bellezas del lugar. Por derecha el mar y por izquierda la montaña, con el imponente volcán Yates. Lamentablemente era como cuando uno camina por el Louvre, el Prado y ya lleva cinco o seis horas de deambular por el museo. Las obras son maravillosas, pero la fatiga atenta contra el propósito de disfrutar de sus valores. Entonces uno lo va dejando para otro viaje “Aquí tengo que volver para mirar mejor el lugar”. A veces el propósito se cumple. Llegamos oportunos para el último transbordador que tomábamos en el día, el tercero, y uno ya se sentía un poco marinero. Las luces se comenzaban a encender en Caleta Arena. Tomamos tierra firme, GPS con destino Puerto Montt, obras viales, pronto el pavimento, y unas cabañas típicas en las cercanías de Puerto Montt para cenar y descansar. Al otro día desayuno, compras y viaje de regreso. Nada que valga la pena comentar.

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