3/10/16

Anduvo por aquí: Valeria Mazza habla de la crianza de sus cuatro hijos

Valeria Mazza habla de la crianza de sus cuatro hijos

Nuestra top model está en Ushuaia y no puede ocultar el orgullo que siente por Tiziano, su segundo varón, que se acaba de consagrar campeón argentino U-16 de esquí. Junto a sus otros tres hijos nos contó cómo los cría, qué significa el deporte para ellos y las dificultades que enfrenta ahora que tiene dos adolescentes en casa.

Ellas con camisas leñadoras, ellos con remeras estampadas. Tiziano, Taína, Valeria y Benicio posan en un living del hotel Arakur Resort & Spa. Ausente con aviso el mayor, Balthazar.

El clan viaja a la velocidad de las pistas, siguiendo las huellas de Balthazar (17) y Tiziano (14), los dos campeones de la nieve que no paran de cosechar éxitos. Y Valeria Mazza (44), su mamá, chocha, cuenta su orgullo desde la cómoda suite del exclusivo hotel Arakur Resort & Spa de Ushuaia. A su lado jugaban risueños Benicio (11) y Taína (8), sus hijos menores, mientras Alejandro Gravier (54), su marido desde hace casi dieciocho años, miraba con sumo cariño toda la escena.

–Una vez más cerca de la nieve, Valeria.

–¡Ay, sí! Nos encanta. Siempre llevamos a los chicos a esquiar a lugares divinos. Ahora son ellos los que nos llevan de un lado para el otro, con sus entrenamientos y carreras. Este año estuvimos en Bariloche, Esquel, El Bolsón, San Martín de los Andes, en Chile (en las pistas de La Parva), y ahora en Cerro Castor. Yo los acompaño en todo lo que quieran hacer y los haga felices. Me parece estupendo.

–¿Hubo un momento en que decidieron que ellos se conviertan en profesionales del esquí?

–No. Nosotros no les imponemos lo que tienen que hacer, sí que lo que hagan sea con responsabilidad. Nos enorgullece que a nuestros hijos les vaya bien y se destaquen en algo que les gusta. La aventura del esquí arrancó medio de casualidad, cuando Balthazar tenía siete años. Fue el instructor quien nos dijo: “¿Por qué no lo anotan en una carrera de infantiles?”. Lo hicimos, ¡y ganó! Una sorpresa enorme, porque era la primera vez que teníamos contacto con una competencia de esquí, con 200 chiquitos de todo el país. La verdad, a partir de ahí fue una decisión de ellos. La nuestra fue que practiquen deportes: fútbol, rugby, tenis, natación, taekwondo... Ahora, Taína incorporó además otras actividades, como comedia musical y arte... Y bueno, con el esquí se dio que les apasiona y lo disfrutan un montón.

¿Compiten entre ellos?

–Para nada. Sería imposible, por un tema de edad, de físicos y de que están en diferentes categorías. Sí admito que todos son competitivos en el sentido de que les gusta desafiarse a cualquier cosa: a la bolita, a las cartas, a la pelota, ¡a lo que sea! Se ponen objetivos, se entrenan y se esfuerzan constantemente por superarse. Y tanto Alejandro como yo valoramos muchísimo la parte formativa del deporte. Nos parece que los educa, los hace disciplinados y tremendamente responsables. A su vez, les enseña a superar frustraciones, porque por lo general son muchas más las veces que perdés que las que ganás. Es parte del juego.

–¿Sos muy exigente con sus estudios?

–Muy. En casa la vara está muy alta. Si alguno viene con un 7, le digo “¿Qué pasó? ¿Cómo vas a hacer para mejorar?”. Es así. Los acompañamos con mucho cariño, pero también mucha exigencia. Me parece que mis hijos tienen un montón de beneficios y eso no lo tienen que vivir con culpa, sino con responsabilidad.

–Balthazar ya está terminando el colegio. ¿Qué va a hacer en su futuro?

–Está pensando en estudiar Ingeniería o Economía. Pero en una universidad de los Estados Unidos, donde pueda estar en un equipo de esquí. En la Argentina, estudiar y seguir practicando este deporte es complicado.

–¿Y vos cómo te sentís con esta posibilidad de que tu hijo mayor se vaya a vivir a otro país?

–Por un lado, súper contenta y orgullosa de que él quiera seguir estudiando y seguir comprometido con el deporte. Me parece fantástico que vuele y quiera seguir progresando y mejorando. Por otro lado, obviamente que como madre me da cosa que se vaya. Pero es parte del desafío que tenemos como padres: aprender a soltarlos. Yo lo entiendo, porque me fui de mi casa cuando terminé el colegio. Crecí en Paraná sabiendo que cuando llegara a quinto año me iba a ir. En ese momento pensaba que a Rosario, como mi hermana mayor, porque teníamos familia allá, pero cambié el rumbo cuando empecé a trabajar de modelo. Y al año de estar en Buenos Aires, volé a Europa y empecé a modelar allá. Así, no me parece nada extraordinario que el chico quiera irse. Es maravilloso que esté pensando en superarse.

–¿El lado B de la maternidad?

–No todo es soplar y hacer botellas. Uno sufre también y tiene que ir adaptándose a las nuevas situaciones. Yo toda mi vida soñé con ser madre, pero siempre pensaba en el bebé y el chupete. Quedarte sin dormir porque el bebé está en la cuna es maravilloso, en lugar de quedarte sin dormir porque tu hijo salió a bailar. Cuando son más grandes, hay que aprender a escuchar y respetar sus decisiones.

–¿Y con sus novias cómo te llevás?

–¡Todavía no conocí a ninguna! Ninguno me trajo novia, che. Igual, si se portan bien y son educaditas, serán bienvenidas.

REVISTA GENTE