20/4/10

La Nación: El Bolsón lleno de floggers

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El Bolsón, lleno de floggers

Una visita 2010 al pueblo hippie por excelencia depara algunas sorpresas

EL BOLSON (Especial).? Un viaje a El Bolsón predispone a uno a encontrarse con armonía, contacto con la naturaleza, un bonito paisaje y, sobre todo, con uno de los más conocidos centros de una importante corriente de la cultura juvenil de todos los tiempos: los hippies. Pero una vez allá, cuando en la Secretaría de Turismo se descubre que el que reparte folletos informativos es un flogger y que en la plaza Pagano, la más importante del lugar, también se ven caminando estos chicos con chupines de colores llamativos, remeras ajustadas y zapatillas enormes, se nota que algo cambió. Los años 60 se fueron y las remeras con estampado tye-dye, los pantalones holgados y la resistencia a bañarse ya no son lo más in.

Llegaron las familias con alto poder adquisitivo, los medios de comunicación masiva y los turistas. Aquellos jóvenes que habían llegado a este pueblo detrás del sueño de vivir en armonía con la naturaleza quedaron muy atrás. Los nuevos pobladores viven todo el día en armonía con Internet, vestidos con la ropa que se ve colgada en las vidrieras de los negocios más caros, todos iguales, de colores fluorescentes. Dicen que están un poco aburridos. Uno podría catalogarlos como floggers, pero cuando se les pregunta si lo son lo niegan.

¿A qué se dedican estos chicos? "Nada, ando por ahí, estoy en la computadora", es una respuesta recurrente. ¿Qué música escuchan? Ya no existen los fogones con guitarreada para ellos: la mayoría cuenta que escucha la música que pasan en la radio. Por supuesto, ya no suenan Bob Dylan, los Beatles ni Donovan. Al contrario, su mayores ídolos serían Lady Gaga y Paris Hilton, a la que le dedican siempre un espacio en sus fotologs y blogs. El movimiento hippie fue desplazado por la nueva onda.

Menos amor y paz

Si se investiga un poco más sobre el cambio en este pueblo, Julián Tamer, de 15 años, hace notar que el amor y la paz ya no son moneda corriente. "Cuando paso por delante de un colegio público, me tengo que tapar el uniforme de mi colegio, que es privado, porque si no me agarran a trompadas. Hay mucha rivalidad entre los colegios. Tanta que a varios de mis compañeros les da miedo ir a la plaza."

¿Qué fue lo que pasó en este pueblo? Cristina Andén, maestra de la Escuela N° 139 de El Bolsón, ensaya una respuesta. Vestida con una blusa de seda estampada y un pantalón harem de bambula, relata: "Cuando llegó el movimiento hippie, tuvo que convivir con los paisanos y nativos del lugar. Compartieron festividades y la tradición de la vida familiar. La gente se juntaba en las casas, padres e hijos compartían las actividades y todos disfrutaban. Cuando llegó la época de las privatizaciones, empezaron a venir masivamente familias de las ciudades, la mayoría dedicadas a la actividad petrolera, gente con mucha plata. El campo se fue vendiendo para construir casas. Llegaron los medios de comunicación y el estilo de vida de la Capital".

Andén sigue: "Cuando los adolescentes se tenían que ir a estudiar a otro lado, les costaba mucho, no querían irse. Ahora están siempre mirando para afuera, se mueren por abandonar este pueblo monótono para ellos. Teniendo tanto paisaje, ¡¿cómo puede ser que un chico se aburra acá?! En esto también tuvo que ver el sistema educativo: hace varios años el secundario tenía especializaciones, los chicos elegían a qué se querían dedicar y una los veía por la calle sacando fotos, subiendo a las montañas, activos, curiosos. Pero sacaron ese sistema y ahora los chicos se aburren todo el tiempo, no tienen nada que hacer más que mirar televisión o usar la computadora para hablar con sus amigos de Buenos Aires a los que tanto admiran. Ya no tienen la identidad de este lugar".

A pesar de todo, algunos hippies quedan. Venden sus artesanías en la feria de la plaza Pagano. Viven de eso, de sus creencias.